
Así, por ejemplo, bajo esta perspectiva hegeliana, el pacifismo absoluto presupone ineludiblemente la violencia, esto es, la renuncia absoluta a la violencia lejos de negarla la afirma. ¿Acaso no fue eso lo que le ocurrió al mismísimo Gandhi? No hubiera sido mejor que partiendo del principio frenológico hegeliano en lugar de dejar en manos del Imperio Británico la canalización de los impulsos agresivos, lo que dio con uno de los mayores genocidios del siglo XX, los independentistas indios hubieran canalizado esa misma violencia contra el colonialismo. El tema del terror es un clásico dentro de la izquierda que, usualmente, es evitado vía prejuicios de corte humanista. De esta manera, se elude pensar la problemática misma de la violencia-terror en los procesos de transformación social. No obstante, la izquierda, si fuera consecuente con la tesis frenológica hegeliana, no debería renunciar nunca a un toquecito de terror.
Otra cuestión que puede servir para ilustrar la posición frenológica de Hegel que se encuentra más en línea directa con Marx y el marxismo es la crítica hegeliana al Imperativo Categórico kantiano. Para Hegel si bien el Imperativo Categórico es estrictamente racional en su forma, en tanto que abstracción pura deviene del todo inútil, no puede guiar ni orientar práctica moral alguna porque, precisamente, carece de contenido, no atiende a lo particular, a las circunstancias, etc. Empieza a verse aquí ya esa identidad de términos opuestos que también estará en Marx y en la tradición marxista y que ilustra, recoge, igualmente esta crítica hegeliana al kantismo. Por un lado, “es el ser social el que determina la conciencia”, énfasis en el aspecto material, en la situación y su contenido, por otro lado, “las ideas cuando arraigan en las masas devienen una fuerza revolucionaria”, ahora se pone el acento en el aspecto formal, en la idea, en su capacidad para orientar las prácticas materiales. Vemos pues a Marx siguiendo a Hegel, moviéndose en la contradicción entre lo material, el contenido, y el aspecto formal, buscando la síntesis apropiada a cada momento dialéctico del proceso histórico.
1 comentario:
Identificar dos contrarios, como hace Hegel, donde cada uno de ellos genera al otro, nos lleva a una conducta amoral ya que la moralidad es precisamente una guía de normas (internas) que definen lo aceptable de lo no aceptable. Decantarte siempre hacia la paz, como Gandhi, genera su contrario.
Este tipo de amoralidad (que no inmoralidad) es propia del Taoísmo. Como puede leerse en el Libro del Tao (Tao Te King) de Lao Tse (s.V a.C.):
Si te doblas, te conservarás entero.
Si eres flexible, te mantendrás recto.
Si estás vacío, permanecerás lleno.
Consúmete, y serás renovado.
Al que menos tenga, más se le dará.
Al que más tenga, más le será quitado.
Por eso el sabio está consigo mismo y se vuelve arquetipo del mundo.
No se exhibe, luego resplandece.
No se celebra, luego es advertido.
No se alaba, luego es alabado.
No se vanagloria, luego es insigne.
Y porque no lucha, nadie en el mundo puede luchar contra él.
"Si eres humilde, te conservarás entero", dice un antiguo proverbio.
¿ Quién es capaz de considerar vanas estas palabras ?
En verdad, el humilde conserva su entereza.
La esencia del ying y el yang es esa: Si uno de los contrarios alcanza su máximo, se genera de manera natural el otro. El equilibro de ambos, cuando es trascendido, en la inmanencia, es el Tao.
Saludos.
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