Iván, amigo, compañero, que no cejamos en el empeño de perdernos entre sueños ilimitados, entre quimeras inalcanzables y, sin embargo, lo absoluto no es para nosotros...
Amigo, compañero,
seguirán esos dos sueños
volando, inertes,
por el universo infinito
teñidos de tricolor,
rojo, amarillo y morado.
Qué noche la de ayer,
la de ese 14 de abril
de amores clandestinos,
subterráneos, lunáticos,
de palabras aladas
que evocan la Granada
de un Lorca eterno,
que aluden estaciones
olvidadas, abandonadas,
versos rojos que
vuelan hacia lo alto,
entre remolinos,
como vientos del pueblo.
Amigo, compañero,
que el lunático del club
no es un triunfador
sino un luchador,
apocalíptico, incansable,
que esos dos sueños,
cándidos, inmaculados,
no son para tí,
no son para mí.
Anoche no estaban, no,
y estaban aquí, aquí,
como la Luna llena
siempre bien redonda,
aunque no la veamos.
Dos sueños,
cándidos, inmaculados,
por ellos, a través de ellos
todo cobra sentido,
y la nada no es nada,
todo ya es poco
y mucho no es nada.
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