martes, agosto 07, 2007

Entrevista a Sartre

En esta primera parte Sartre expone la alienación respecto del otro, cómo la identidad se establece a partir de lo que somos para los demás, a partir de lo que el otro considera que nosotros somos...



En la segunda parte desde la relación libertad-compromiso, la dialéctica entre el yo y el nosotros, entre lo particular y lo general, se aborda la lucha contra el racismo, la religión, etc.



10 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto al primer video, lo dicho por Sartre es varias veces visible en el mundo, pero ahora que lo pienso hay alguien bien conocido que hizo lo contrario a esta alienación. Me refiero al cantante y escritor Bob Dylan, lo recordamos como cantante de música protesta, luego se reivento tantas veces que actualmente es algo parecido a un místico cristiano, nos puede desagradar esto a algunos, como amí que lo prefería en su primera etapa, pero su calidad sigue incuestionable en esencia.

Edmundo V dijo...

El cambio de un mismo sujeto a través de una multiplicidad de apariencias, de identidades, es un rasgo característico de nuestro tiempo. Este rasgo de pasar por una constelación de identidades sin ton ni son evidencia desde la lógica hegeliana amo-esclavo la asunción clara de la dinámica del esclavo por los sujetos, éstos buscan reconocerse en el Gran Otro para sobrevivir, aun a expensas de eso que llamamos coherencia. En el caso de Bob esa multiplicidad de apariencias es expresión, en el fondo, de la búsqueda de reconocimiento en el Gran Otro y, por tanto, expresan una u otras formas de alienación por mediación de unas u otras máscaras ideológicas.

Gracias por tu comentario.

Salute !

Ender el Xenocida dijo...

También me han gustado mucho esos vídeos. No dudo en que siempre puede buscarse una explicación para congeniar la realidad con la teoría filosófica.
Es curioso el ejemplo que ha puesto Layla. Si nos vemos atados a lo que somos para los demás, diremos que es lo que somos para los demás lo que nos da una identidad. Y ahí se acaba todo.
Si tenemos la rebeldía de reinventarnos la identidad pese a lo que esperan los demás, diremos que esos cambios son una búsqueda de reconocimiento en los demás. Pero si ya teníamos el reconocimiento, ¿por qué cambiar? Esto quiere decir que no es sólo el Reconocimiento del Otro lo que dirige nuestra máscara ideológica, sino que también hay elementos intrínsecos que hacen a unos más o menos conformistas cuando ya han conseguido ese Reconocimiento.

Así pues, no se trata de supervivencia, no hay una necesidad clara. Es más bien un componente azaroso y más biológico el que impulsa ese dinamismo.
Una vez se produce el cambio (por puro azar), entonces la nueva identidad se acomoda en una nueva máscara ideológica dotándola de un sentido social.

Saludos.

Edmundo V dijo...

¿De qué manera podrías establecer la identidad de la cosa sin hacer referencia hacia otras cosas? Sencillamente no podrías decir nada de la cosa. Por tanto, la identidad -diría Hegel- depende de lo que hace la diferencia.

Así, la identidad propia se define a partir de los mandatos-simbólicos sociales que son todos diferenciales: yo soy "padre" solo en relación al otro, a la "madre" y al "hijo" por ejemplo. De este reconocimiento en el otro se está hablando.

No estamos "atados" a lo que somos para los demás sino a la elección respecto a lo que somos para los demás. Sartre alude muy hegelianamente a esa libertad que consiste en lo irremediable de tener que que elegir la forma concreta en que queremos que nos reconozca el otro, lo que somos para los otros. Es decir, yo me eligo, luego me relaciono conmigo mismo, me doto de identidad, sólo en la medida que eligo mi relación concreta con los otros, cómo me ven los otros. Así pues, cuando me refiero al "reconocimiento del Otro", al establecimiento de la identidad por mediación del Otro, no es necesariamente que el reconocimiento se dé bajo una forma "positiva", del agrado de los demás, etc. Sartre estaba ineludiblemente obligado a tomar partido, posición, respecto a ese "Sartre virtual", respecto a cómo lo veían los otros, también a responder respecto de sus propias elecciones pasadas. Esto no significaba que Sartre aceptara como identidad propia al "Sartre virtual" ni que no adoptara nunca una posición autocrítica respecto de sus decisiones pretéritas.

Pero la cosa no acaba aquí, no sólo yo me eligo a mi mismo en la relación que yo establezco con los otros sino que, desde el momento en que yo me eligo, desde el momento que asumo un determinado conjunto de mandatos simbólicos, estoy eligiendo a los otros. Si yo me doto de una identidad cristiana, pongámos por caso, entonces pongo el valor en el cristianismo y con ello obligo a los otros a posicionarse respecto del cristianismo.

Las dos direcciones dialécticas son: 1) Partiendo a uno mismo. Me eligo eligiéndome respecto a los otros, respecto a cómo me ven, y eligiéndome eligo a los otros; 2) Partiendo del otro. Eligiendo al otro me eligo a mí mismo (pasaje de la resistencia, recriminando al traidor condeno en mí tal actitud) y en la medida que eligo al otro, nuevamente eligo al resto de los otros, estoy poniendo el valor, el peso, en un punto del espacio de forma que al curvarlo atrae al resto hacia dicho punto, como mínimo hacia la toma de posición respecto a mi opción.

Ender el Xenocida dijo...

¿Por qué unas personas, de repente, cambian la imagen con la que han elegido reconocerse y otras no?
¿Cuál es el catalizador de ese cambio, de esa nueva elección hacia uno y hacia los demás?
Es ese el punto a que me refiero.
¿Explica eso Hegel o Sartre?

Saludos.

Shelley dijo...

¿Ya estáis liados? Pobre Hegel... pobre Sartre...

¡Qué serían ellos sin vuestras discusiones! :P

Un abrazo.

Edmundo V dijo...

Das en el clavo. Ese es el punto más problemático.

Lacan te diría que el objeto a, la fantasía oculta, la causa-objeto del del deseo que cabe no confundir con el objeto de deseo. Podríamos ver esta posición como una aportación a Hegel.

Sartre te afirmaría que el sujeto comienza por no ser nada, luego decide a partir de la nada, es radicalmente libre. Primero es la existencia y luego la esencia, caemos en el mundo como nada y luego en la medida que nos vamos eligiendo vamos, a un mismo tiempo, definiendo nuestro ser, lo que somos.

Ender el Xenocida dijo...

Me parecen explicaciones poco consistentes, como para evitar introducir elementos deterministas, más biológicos, que escapen de esa misma filosofía.
En mi opinión, si partes de la nada no puedes elegir. Pasar de la existencia a la esencia requiere un elemento que forme parte de la misma existencia. Yo eso lo explicaría mediante una explicación biológica de la conducta.

Saludos.

Edmundo V dijo...

Todo depende.

En los orígenes de la historia social seguro que lo determinante era la historia natural.La cuestión es si ahora eso continúa siendo así o si, aún reconociendo las determinaciones biológicas, éstas, en última instancia, no son ya las determinantes.

Por ejemplo, para Hegel (o Sartre) siempre que estés en condiciones normales, no patológicas, eres libre desde el momento en que incluso las afecciones que te invanden están atravesadas por lo conceptual. La relación con tus impulsos está siempre mediada, incluso no los reconoces como tuyos hasta que no los incorpores como tuyos. Tú libremente eliges retroactivamente la forma de dichas afecciones, de igual manera a como vía la elección de un mandato-simbólico, te sitúas en el entramado de la red simbólica de tu tiempo.

Pongámos un ejemplo. Sartre te diría que si corporalmente eres débil o tienes una tendencia a la melancolía, esto lo puedes tomar tanto como una razón para superar dicha debilidad o melancolía como para anquilosarte en ellas.

Saludos.

Anónimo dijo...

Hablais tan raro...