El giro inesperado hacia el emotivismo ético... "La razón es, y sólo debe ser, esclava de las pasiones."(Hume)
David Hume (1711-1776), como René Descartes (1596-1565) y Gottfried Leibniz (1646-1716), se va a preguntar por la cuestión de la quaestio iuris, de la validez, del Ser, de la idea, así como de la relación entre ideas. Ahora bien, si para Descartes la quaestio iuris, la resolución en relación al "que es"(claridad) y al "qué es"(distinción), es encontrada en la extensión y para Leibniz ésta no pasaba de ser una nueva facticidad construida a partir de la facticidad inmediata y trataba, por tanto, de evitar toda facticidad, construida o inmediata, manteniendo siempre la distancia entre quaestio iuris y quaestio facti, Hume va a proponer que al tratar de la questio iuris, de la idea, de lo temático, del discurso, se asuma la facticidad, esto es, la quaestio facti.
Situados en este camino, al trabajar sobre el conocimiento, sobre la idea, encontramos sus insuficiencias, sus carencias, esto es, qué nociones están en el fenómeno del conocimiento pero no pueden ser fundamentadas desde el propio conocimiento, lo que indica que siempre hay algo presupuesto en la idea, que la idea tiene siempre como base algún otro elemento. Entre otras insuficiencias tenemos que: a) La idea no trata del existir, no discrimina entre existir y no existir, si la idea discriminara entre existir y no existir entonces la idea que existiera o no existiera ya no sería la idea inicial sino otra cosa, a saber, la idea con existencia o sin ella; b) Por tanto, si el existir es algo interno a la idea misma entonces del conocimiento mismo no puede deducirse una u otra conducta, pues esto implica que haya una u otra conducta, que exista una u otra conducta, ni tampoco puede deducirse enjuiciamiento alguno sobre la misma pues, en este último caso, igualmente sería tratar de lo que debe o no existir.
Ese algo que siempre presupone la idea, el conocimiento, la validez, va a ser la impresión, lo sensible, lo fácticamente fáctico, la facticidad inmediata. Toda idea tiene por detrás la impresión. Si la idea es simple esta se corresponde con una única impresión, si la idea es compleja se corresponde con un conjunto de impresiones. Ahora bien, si bien idea e impresión comparten contenido, pues una presupone a la otra, no son lo mismo. No es lo mismo tematizar sobre la base de lo sensible que vivir la sensación. Hume diría, por ejemplo, que no es lo mismo razonar acerca del amor que estar enamorado. No es lo mismo la quaestio iuris que la quaestio facti. La idea, el conocimiento, presupone, tiene como base lo fáctico pero no es facticidad sino validez.
Hume diferenciará entre, por un lado, la impresión primaria, de sensación, (por ejemplo: tener hambre, ver un color, sentir un sabor, etc.) y, por otro lado, la impresión secundaria (o de reflexión, la pasión). La pasión, a diferencia de la impresión primaria, tiene un "de qué", un "a propósito de...", un "acerca de...", se da en relación a una idea compleja, a un quid, a un contenido de conocimiento (por ejemplo: el orgullo es una pasión pues se está orgulloso de algo, el deseo también es una pasión pues se tiene deseo de algo). Así pues, la pasión comporta un ir de lo temático, del quid, a lo pretemático, a la impresión, si en ese ir del quid a la impresión hay cierta sképsis, cierto distanciamiento, dicho quid me agradaría o desagradaría aún en el caso que no tuviera que ver conmigo, aún en una situación que no es la que hay, entonces la pasión es calmada (ej: orgullo/vergüenza, me enorgullezco de algo aún en el caso que no tuviera que ver conmigo); en cambio, por el contrario, si en ese ir del quid a la impresión dicho quid sigue siendo lo que importa, no hay distanciamiento, la pasión es violenta (ej: deseo/aversión, deseo algo que efectivamente hay).
Hume va a encontrar en las pasiones el fundamento que permite dar cuenta de la conducta moral, así como el enjuiciamiento de una u otra conducta moral. Esto tenía que ser así porque no en vano al tratar de las insuficiencias del conocimiento, su incapacidad para decidir acerca del existir y de su imposibilidad en relación a la conducta, veíamos que éstas presuponían algo, había algo que estaba en su base, a saber, las impresiones en general y a las pasiones en particular. Así, la determinación de la conducta sólo puede entenderse como el deseo de algo no referido a una situación que no hay, deseo lo que hay y tengo aversión hacia lo que no hay (o al contrario). La dinámica propia de la pasión violenta resuelve la voluntad, acompaña a la conducta. Ahora bien, el enjuiciamiento, la toma de posición moral frente a una u otra conducta moral supone cierto sképsis, se valora desde cierta distancia, aunque dichas conductas tienen que ver conmigo (me agradan o me desagradan). La pasión calmada resuelve el juicio moral.
1 comentario:
De acuerdo con Hume.
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