Para los lunáticos que mejor que un Marx apegado a la melancolía, mirando a lo alto, allí donde habita esa ficción falsamente consoladora que llamamos Luna llena...
Descartes, en su búsqueda de un ámbito de certeza, esto es, un ámbito donde pueda afirmarse de algo que es y qué es sin ningún género de duda, llega a la conclusión de que dicho ámbito es la extensión. Así pues, sólo en la medida que reducimos los contenidos del pensamiento a matemática, a relaciones cuantitativas, a figuras, etc. obtenemos un conocimiento verdadero de la realidad y, a un mismo, tiempo damos con la construibilidad de la realidad misma. Este es el llamado Principio Moderno que empieza a regir el espíritu de los tiempos de Descartes de ahí que el francés lo expresara magistralmente.
Este Principio con la Ilustración y el establecimiento definitivo del capitalismo atravesará toda nuestra realidad social en forma de maquinismo industrial, automatismos por doquier, periodizaciones temporales de todas nuestras experiencias vitales, dando con las relativamente recientes tecnologías del bit, esto es, del cero o el uno, del sí o el no donde el argumento brilla por su ausencia, etc. Sin lugar a dudas, todo este proceso de afirmación de la cantidad, de colonización por parte del cálculo de todas nuestras dimensiones vitales, esta expansión sin límite de la racionalidad que diría Weber, llevará, en última instancia, a la pérdida de otras dimensiones humanas, al vacío axiológico, a la falta de valores y contenidos con los que dotar de sentido a la existencia, a la desustancialización de nuestro existir, al universalismo frente a lo particular, a afirmar lo racional, el cálculo egoísta, el interés, frente a los sentimientos, la interioridad, a menospreciar lo enigmático, lo inexplicable, etc.
Desde finales del siglo XVIII, el romanticismo será la principal reacción contra todo este desencantamiento racionalista del mundo. Los románticos afirmarán la importancia de los sentimientos y las emociones frente a lo que ellos consideran el racionalismo escueto de los ilustrados, reivindicarán melancólicamente un pasado perdido repleto de valores, idolatrarán algunos de ellos la Edad Media, afirmarán el individuo frente a la pérdida de éste en los nuevos universales aparejados a los agentes sociales del capitalismo, se decantarán por una libertad con pretensiones de absoluto frente a la inserción del individuo en una maquinaria social asfixiante que coloniza incluso nuestro interior, etc. Surgirá así un romanticismo tradicional que anhela un vuelta al pasado pero también otro tipo de romanticismo que mirando atrás, a lo perdido por el proceso racionalizador capitalista, pensará el futuro, la utopía, el porvenir. Este último romanticismo es el que puede entenderse como una parte inherente a la obra de Marx y Engels.
Bajo el capitalismo todo este proceso desencantador tiene su expresión genuina en la afirmación del valor, del valor de cambio, frente al valor de uso. Es más, todo el despliegue de la substancia-sujeto del capital, toda la ilusión metafísica constitutiva de la realidad capitalista, se despliega conforme a la lógica hegeliana triádica de dicho valor. Al capitalista le es indiferente vender un peine a un calvo que a alguien que tenga pelo, para él lo importante es el valor que encierra la mercancía peine, cerrar el círculo sitémico hegeliano del capital, no su valor de uso concreto para una u otra persona. Nuevamente vemos la afirmación típicamente moderna de la cantidad en detrimento de las propiedades positivas de la mercancía, en contra de su valor de uso. Así pues en El Capital de Marx asoma de manera implícita cierta crítica romántica al capitalismo. Marx, por tanto, realiza una inversión nostálgica, apela al valor de uso, al universo simbólico, a la imagen, al apego sentimental hacia la cosa, hacia todo aquello que era preeminente en las sociedades precapitalistas frente al valor de cambio, frente a la estricta racionalidad cuantitativa, frente al automatismo enajenado, frente al cálculo vil y egoista del burgués. Ahora bien, esta crítica al Principio Moderno negador de todo mundo axiológico, de todo encantamiento, es una mirada melancólica al pasado (recordar si no por ejemplo el interés de Engels por las comunidades del llamado comunismo primitivo como ejemplos éticos de vida igualitaria y antiautoritaria), es un poner la vista en el pasado pero no de forma reaccionaria sino con vistas a pensar el futuro, es un intento de nuevo cierre circular hegeliano fuera del espacio mercantil, una propuesta de lucha por superar de la modernidad que no es simple vuelta al pasado sino mirada atrás, al mundo no enajenado, no escindido, para desplegar en el presente las potenciales contrariedades que apunten a una nueva reconciliación: el Reino de Dios sobre la tierra.
2 comentarios:
Cuelgo aquí los comenarios a este post hasta este momento en el web del Club de la Luna Llena:
14 comentarios:
Shelley dijo...
Leyendo tu escrito me acordaba de Bernat Muniesa (el de la pipa) y aquello de "la realidad oculta la verdad". Hablaba de Marcuse y de Debord, de sus anhelos y de la crítica tan perfecta al capitalismo y a la sociedad que eso había creado.
Pensando y releyendo algunos apuntes me he dado cuenta de lo mucho que quería decir ese hombre de la pipa. En su despedida nos pasó dos escritos, uno era de Espronceda y otro suyo. El suyo se llamaba Ensayos para Marineros (un principio de algo que iba a escribir), el de Espronceda era La Canción del Pirata...
Todo algo parecido al marxismo romántico y melancólico:
Que es mi barco mi tesoro
que es mi Dios la libertad
mi ley, la fuerza y el viento
mi única patria el mar.
Espero iniciar así un debate ;)
Ender el Xenocida dijo...
Edmundo, expones una visión romántica que, aunque hermosa, puede llevar a engaño. Ese egoísmo y esa racionalidad de cálculo propios del capitalismo frente al deseo romántico del marxismo de volver al individuo y a sus nobles valores son como dos extremos, el negro y el blanco: el mal y el bien. Ética cristiana.
Alguien podría pensar que la consecución del ideal marxista es el bien supremo, y lo que no lo es, el mal.
Tu panfleto es bello; unos adoctrinan desde los aparatos del partido, otros con disfraces de filosofía romántica. El objetivo siempre es el mismo: extender la metafísica y autoconvencernos en una creencia de lo absoluto, lo bueno y lo bello.
Yo soy ateo, y aborrezco la religión.
PD: Shelley, ves? esto sí es iniciar un debate ;-)
Edmundo V dijo...
Eres un provocador y me gusta.
Yo también soy ateo. El auténtico creyente es el ateo porque cree aún sabiendo que no hay Dios, cree aún siendo consciente de lo artificial del mundo, de la apariencia de la realidad, por ello su acto mismo de creer es más fuerte y radical que el del fanático religioso que te asegura la existencia de un Gran Otro sea del tipo que sea. El núcleo perverso, revolucionario, de la religión cristiana es precisamente éste, la fundación de la comunidad creyente de cristianos una vez Dios se ha abandonado a sí mismo, a partir del momento en que Cristo clama crucificado al cielo "¡Padre!, ¡Padre!, ¿Por qué me has abandonado?". El auténtico cristiano cree aún con conciencia de que Dios lo ha abandonado, que no está. La religión cristiana es la única religión atea, bajo esta perspectiva me considero cristiano por completo, creo en la materialización del Reino de Dios sobre la Tierra, en el comunismo -llámalo como quieras- pero siendo consciente de lo ilusorio de mi creencia, aceptando el reto y la aventura de la ortodoxia a lo Chesterton con vistas a dotar de sustancia a la vida y no sucumbir en el abismo de la nada, de la vida light, sin compromiso, etc. De manera subrepticia la forma religión es una aliada del materialismo histórico y ello no es menoscabo alguno para militar en el ateísmo.
Shelley... ¡arremete con tus palabras! ¡son puñales!
Ender el Xenocida dijo...
Es un primer paso. Aceptas que es una creencia ilusoria, en tanto que creencia.
Lo que yo añado es que, además es falsa y lleva a engaño, en tanto que la argumentas racionalmente.
¿Por qué? Porque las características que cuelgas al capitalismo no son exclusivas de él, aunque en él se den. Esa forma de distorsión es totalmente gratuita.
El egoísmo y el valor de la mercancía por encima del de uso no son lacras del sistema capitalista. ¿Crees que los mercaderes fenicios, en tiempos anteriores a Cristo no engañaban a sus clientes? ¿No primaba la venta sobre la satisfacción real que pudiera tener la mercancía en el comprador? ¿El mercado antiguo, según tú, era una ONG?
No engañemos a la gente. Con el capitalismo no han aparecido de golpe todas esas características, siempre han acompañado el modus de relacionarse del hombre entre tribus. Tal vez, ahora unas primen más que otras, pero no comienzan ni acaban ahí.
Shelley dijo...
Ahora que estoy perdida entre montañas de libros y me siento más sola con ellos que con la gente a mi alrededor sólo voy a decir dos cosas:
El maniqueismo utilizado de lo bueno y lo malo es una crítica bastante fácil (currátelo más Ender :P)y es totalmente falsa. Sólo se expone la circunstancia en la que vivimos y que solución damos.
La segunda cosa: si mis palabras son puñales vuelvo a repetir:
Que es mi barco mi tesoro
que es mi Dios la libertad
mi ley, la fuerza y el viento
mi única patria el mar.
En este momento os añoro más que nunca :( Odio el fnac...
Ender el Xenocida dijo...
Tienes razón Shelley, por eso me sorprende que se argumenten las virtudes del marxismo con ese maniqueísmo del bien y del mal. Mi crítica es una crítica a ese maniqueísmo.
Podeis describir la sociedad en la que vivimos y sus posibles mejoras sin caer en él.
Esos defectos del capitalismo pertenecen a la naturaleza humana, aunque acepto que tal vez el capitalismo es un sistema que los ensalza.
Pero el egoísmo, el engaño, el fraude no comienzan ni acaban en el capitalismo.
Siguen en el socialismo, porque el socialismo es un sistema de personas humanas egoístas y mentirosas, como en el capitalismo.
Otra cosa es el comunismo: el ideal utópico, la asíntota, la singularidad, y que por lo tanto no existe.
Acepto que el socialismo sea un sistema más justo que el capitalismo (usando el habitual concepto de justicia universal en el que casi todos pensamos) pero por favor no vendais la moto de que el egoísmo y la mentira son propios del capitalismo...
Edmundo V dijo...
Disculpa Ender pero el que ha sacado el tema simplón y ramplón de la malada intrínseca o no del ser humano has sido tú. Para un marxista el ser humano es un producto inacabado e inacabalble de las relaciones sociales, las condiciones sociales de existencia y las fuerzas productivas. El ser humano es lo que produce y cómo lo produce. Para un marxista no hay esencias últimas, no hay naturaleza humana alguna, el ser humano empieza por ser nada hasta que és arrojado a la mundaneidad y se constituye a partir del otro, del Gran Otro simbólico, etc.
Ender el Xenocida dijo...
Para un marxista tal vez, pero tú has escrito esto:
...esta expansión sin límite [la que se da en el capitalismo] de la racionalidad que diría Weber, llevará, en última instancia, a la pérdida de otras dimensiones humanas, al vacío axiológico, a la falta de valores y contenidos con los que dotar de sentido a la existencia, a la desustancialización de nuestro existir, al universalismo frente a lo particular, a afirmar lo racional, el cálculo egoísta, el interés, frente a los sentimientos, la interioridad, a menospreciar lo enigmático, lo inexplicable, etc.
¿No lleva implícito un "qué malo es esto" y "qué bueno es lo otro"?
Sólo digo que nada de esa descripción de defectos que enumeras está ausente en ningún otro momento de la historia, ni antes ni tras el capitalismo, ni en paralelo al capitalismo.
Me gusta en especial el término cálculo egoísta. Como ya hemos discutido otra vez, el regateo de los mercaderes de la mayoría de civilizaciones antiguas y actuales, debería ser, según tú, fruto de la mundaneidad y no algo natural o intrínseco. Por favor, explícanos por qué un vendedor de telas del siglo X a.C. le regateaba a los clientes haciéndo creer que su trabajo y mercancias tenían más valor del que tenían.
Si es un cálculo egoísta, entonces, no es mucho más diferente [me refiero sólo a ese sentimiento de cálculo egoísta, no al sistema] que el puede hacer ahora una empresa de ropa inflando su margen de beneficios en el precio final.
Saludos.
alfredico moncadista dijo...
Muy interesante..
Cuando Marx habla de los modos de producción, no se refiere a compartimentos estancos (históricos).
La única manera que yo entiendo el comunismo es entendiendo dos factores:
Las formaciones sociales y la Ideología (http://moncadista.googlegroups.com/web/Althusser%20Ideologia%20y%20aparatos%20ideologicos%20de%20Est%E2%80%A6.pdf?gda=szQMMm4AAAB53K77QM5wU-qVxXeFZR0s7WQYkMInxhZN7lYtGxGaNZBwmXXnNsFOempl8HAl8Jm7SX1uHp9lXS2hDSh_wHmmba07zZdzxIl-p7EUh_g1s8L-tZOG7MfkE6Lj8G5OjPE_DDsZjQXaf2LmfRRZRjvp)
Las formaciones sociales las "determina" la lucha de clases y en la formación social fenicia existía capitalismo (como modo de producción) aunque el esclavismo fuera el modo de producción dominante.
Por otro lado, la formación social, la lucha de clases, determina la ideología de LAS clases que existen en ese momento. O sea la clase obrera no tiene una cultura obrera en el capitalismo, tiene la cultura que esa formación social "le permite".
¿qué el egoismo es exclusivo o no del capitalismo? Pues probablemente no, pero casi seguro que es propio de una sociedad de clases. Y el socialismo, le pese a quien le pese, es una sociedad de clases, ya que existe Estado, y por lo tanto dominación, etc.
¿que en el comunismo habrá egoismo? Pues no lo sé, y me da igual, lo que sé es que no habrá explotación.
Me queda una duda, como científico, seguirán existiendo los 1 y los 0 en el comunismo. Puff, mi amigo "er Ale" dice que no...
http://moncadista.blogspot.com
Edmundo V dijo...
Ender,
Lo que citas simplemente expone el proceso de desencantamiento iniciado con la modernidad, acentuado por la Ilustración y llevado a todos los planos vitales en el capitalismo.
Si el ser humano (incluída su ideología) es el producto de las relaciones sociales, de sus prácticas materiales, entonces el egoísmo o la cooperación vendrán sobredeterminadas por dichas relaciones y prácticas materiales.
Ya hace tiempo que discutimos en otro post que las relaciones mercantiles y los aspectos secundarios que llevan implícitos no son exclusivos del capitalismo. Claro que había egoísmo, pillería y picaresca en sociedades precapitalistas. En el socialismo en la medida que las relaciones sociales establecidas serán de cooperación, en la medida que se revolucionen las categorías del pensamiento, el egoísmo y la picaresca aparecerán tan ridiculas como a tí, a día de hoy, te parecería cambiar un reloj de oro por un Chupa Chup aunque éste último te resultara mucho más útil.
Dotar al ser humano de una esencia, de una naturaleza, es simple metafísica. El ser humano se ha objetivado de múltiples maneras a lo largo de la historia y seguirá haciéndolo en el futuro. Una objetivación estrictamente cuantitativa e instrumentalista (moderna) digamos que es semánticamente mucho más pobre que una cualitativa (que incluya aspectos morales, de compromiso ético, etc.).
La existencia de una naturaleza humana no es defendible ya ni desde el estricto cientismo pues hoy estamos asistiendo incluso a la objetivación del genoma, hasta el código genético será en breve, lo está siendo ya, un producto del trabajo humano. El ser humano se hace a sí mismo, es un producto inacabado e inacabable de sí mismo.
Como decían los tres jóvenes de Tubinga (Hölderling, Schelling y Hegel) en el más antigüo panfleto programático del Idealismo alemán: "Con el ser libre, autoconsciente, emerge, simultáneamente, un mundo entero –de la nada–, la única creación de la nada verdadera y pensable."
Saludos.
Ender el Xenocida dijo...
Es bello y poético, y permite soñar en los momentos difíciles y satisface a los afligidos (y yo me incluyo). Que somos una página en blanco, neutros y todo depende del entorno social y de sus relaciones. En parte sí, pero no totalmente.
Nuestro desarrollo como especie desde el origen biológico de la célula no es gratuito, Edmundo, no nos hace ser neutros, somos de un modo determinado porque hemos evolucionado en un sentido y no en otro. Nuestra mera existencia desvela que venimos por un camino que nos hace ser de unos modos determinados que nos fueron útiles para llegar hasta aquí. Eso no puede no tener implicaciones en la conducta.
Otra cosa es que esa influencia biológica se dé en una capa profunda y la social en otra más visible y espectacular. Pero, en última instancia, los límites básicos los determina la más profunda.
Te doy una analogía. El modelo OSI de protocolos en redes informáticas: la capa física (nivel eléctrico y mecánico), la de enlace, red,... y por último la de programa, la más superior, la que vemos de un modo más evidente a primera vista.
Tú niegas que la capa física determine a la de programa (la de la conducta, en mi analogía). No deberías negarlo, matízalo porque sino caes en otra metafísica, la de decir que somos un producto neutro, que nacemos con la mente en blanco y que podemos realizar y ser cualquier cosa siempre que las condiciones sociales lo determinen.
Una nueva versión del sueño americano, vestida de marxismo.
PD: Saludos a ti también, alfredico.
Edmundo V dijo...
Discrepo por completo, el ser humano escapa a las determinaciones naturales, es un ser fundamentalmente simbólico.
Mis argumentos están expuestos de forma clara. Esa naturaleza de la que hablas que es producto de la evolución dio de uno u otro modo con el emergimiento del mundo, de la mundaneidad, con el universo de significados en que transcurre nuestra existencia, a partir de ese momento el ser humano escapa a las determinaciones instintivas, es un ser abierto, no cerrado, no determinado por los impulsos naturales. Es más, sencillamente esa naturaleza que citas, además de no ser determinante desde hace tiempo, ya es incluso a día de hoy producible en un laboratorio, no escapa al trabajo. La propia corporeidad es algo objetivado por el sujeto, se ha producido un cierre dialéctico hegeliano de la sustancia-sujeto, la sustancia ha cobrado conciencia de sí, se ha trocado en para sí y ahora, devenida autoconsciente, se hace a sí misma.
El naturalismo es una pantomima simploide que no permite explicar ningún fenómeno social, político, moral o histórico de forma mínimamente seria. Intentar dicha empresa, reducir lo social a lo biológico, es tan absurdo como intentar explicar la física nuclear a partir de la química de Lavoisier, la evolución natural biológica a partir de las leyes mecanicistas de Newton, etc. El reduccionismo es una de las peores miserias intelectuales que pueda imaginarse, la realidad infinita no es reducible a un único marco conceptual.
Ender el Xenocida dijo...
Desde tu negación me das la razón con la realidad infinita no es reducible a un único marco conceptual.
Mi analogía de las capas incluye muchos marcos conceptuales, el más básico el físico, pero no el único. Admite la inclusión de más marcos, no sólo el tuyo. De no ser así, debemos creer que si todo es conceptualización y objetivación, si en algún momento, como dices, se produjo un click y estamos liberados del proceso evolutivo, de nuestro pasado y presente biológicos como determinantes de nuestra conducta, entonces alguien podría pensar que...
Los psiquiatras y psicólogos no dejan de engañar a sus pacientes recetándoles sustancias inhibidoras o estimuladoras para modificar su conducta social: esquizoides, depresivos, irascibles, estresados.... Alguien debería decirles que sólo tienen que conceptualizar para curarse, que todo viene dado por la sociedad, y que en un entorno social adecuado, su conducta -que de ninguna manera viene influida por su biología evolucionada- cambiará mágicamente.
Edmundo, has llegado al Nirvana, y me alegro, porque ya no dependes de instintos naturales -como bien dices- y tu conducta diaria no se ve influida por el deseo ni por la frustración sexual. Miles de budistas meditando durante milenios para alcanzar un estado similar y no sabían que ya éramos así a partir de ese click en los albores de nuestra evolución!
Por favor, ilumina nuestros mortales y evolucionantes cuerpos esclavos todavía de la tiranía de la materialidad, en una especie de Matrix a la inversa, ayúdanos a no depender de instintos biológicos que nos hacen actuar de un modo tan poco humano, como el de reproducción, supervivencia, comer o beber, a menos que estos deseos estén conceptualizados, formen parte de nuestra ideología y siempre que el entorno social lo permita.
PD: Te quiero. ;-)
Saludos.
Edmundo V dijo...
No voy a caer descalificaciones retóricas baratas, suelen ser fiel reflejo de miserias intelectuales.
Primero los animales no tienen de eso que tú llamas deseo, eso lo tenemos los humanos. Segundo, yo no niego la carne, no te has enteredo de nada, lo que digo es que la carne es ya algo reducible, manipulable, etc. por el sujeto. Tú sólo ves substancia, yo substancia-sujeto, tú sólo atiendes al aspecto pasivo de nosotros pero olvidas el aspecto activo, un aspecto activo que puede y hace cambiarnos a nosotros mismos en nuestra totalidad. ¿Has entendido lo que significa la objetivación del genoma humano? Tercero, tú puedes tener ganas de comer, de beber, de follar, pero puedes inhibir todo ello simbólicamente, incluso acabar con ellos vía el suicidio (por cierto el acto simbólico por excelencia), la anorexia, la desobeciencia por convicción ética, etc. cuestiones todas ellas que revisten una dimensión estrictamente social. Luego esos instintos no tienen ya un papel determinante alguno, son secundarios, en relación a tu práctica social y los códigos implicados en todo universo simbólico, en la ideología. Tú no vives en la naturaleza vives en la apariencia del mundo. Y no estoy diciendo que a cada momento NO hayan determinadas necesidades básicas, corporales. Irse a este derrotero es no entender nada de nada.
Ender, ¿conoces algún animal, que no sea el ser humano claro, que vaya a la Iglesia y crea en Dios? ¿alguno que muera por un ideal o por un principio ético? ¿alguno bulímico o con anorexia? ¿alguno que se suicide? Creo que ésto, a parte de entre los humanos, sólo sucede en las fábulas en las que algunos "sabios adultos" a día de hoy todavía creen.
PD: Yo también te quiero, por eso me discuto contigo.
Sigo incorporando aquí los comentarios a este post en el blog del Club de la Luna Llena que podéis encontrar en:
http://clublunallena.blogspot.com/index.html
Ender el Xenocida dijo...
jaja, para no caer en descalificaciones me has descalificado bastante.
Supongo que las tuyas tienen mayor nivel retórico (como lo de no te has enterado de nada) así que las acepto gustosamente!
Como te he ido repitiendo en los últimos 3 comentarios, yo abogo por una descripción de capas a varios niveles, por lo tanto no pretendo explicar el comportamiento únicamente a través de la biología. En cambio, de tu comentario
la sustancia ha cobrado conciencia de sí, se ha trocado en para sí y ahora, devenida autoconsciente, se hace a sí misma.
denota que ya no es necesaria la capa física de mi analogía, como capa real e influyente en la conducta ni poco ni mucho, y eso sí es un reduccionismo brutal , pero un reduccionismo hacia arriba. Para ti la carne es manipulable por el ser humano, yo te digo que sí pero hasta un límite, y el límite lo impone la capa física, producto de la evolución biológica (y que sigue evolucionando).
Puedes decidir ser célibe -por tanto, controlar el instinto sexual (me gusta llamarlo deseo, entiende ahí deseo como instinto, no como algo racional-). No obstante, se ha visto que los problemas psicológicos y de conducta que acaban teniendo esas personas (sacerdotes, ascetas, etc...) acaban imponiéndose, a pesar de su capacidad de simbolización. [Algunos de estos estudios se tratan en La vida sexual del clero, de Pepe Rubio]
Puedes decidir no follar, pero tu conducta -a la larga- cambiará sin que la puedas controlar; puedes decidir ser amigo del asesino de tu padre, pero al final, tu estado no será normal, algo no cuadrará en tu mente y tu conducta se verá afectada, por mucho entorno social que parezca hacerlo factible.
Por otro lado, la depresión exógena (producida por causas externas) es la más común de las depresiones caninas y se trata mediante fármacos en muchos casos, igual que la que podemos tener tú y yo el día de mañana (si es que no la tenemos ya y está influyendo ahora en nuestra conducta).Aun no he visto a ningún perro ir a la Iglesia pero sí vi morir de hambre a uno tras la muerte de su madre. Se dejó morir de inanición, cayó en la depresión. ¿Será que la muerte de la madre dejó un vacío simbólico que no consiguió llenar? ¿Será que se suicidó, el acto simbólico por excelencia, como dices? ¿Qué diferencia ves entre ese suicidio y uno humano por inanición (que también los hay)?
En mi opinión, ni los animales se rigen sólo y exclusivamente por la capa biológica (siguiendo mi analogía), ni los humanos nos regimos únicamente por la capa de programa (para ti, los determinantes sociales). Y eso es así porque no se puede trazar una línea divisoria exacta entre lo animal y lo humano.
Pensar lo contrario da más fuerza a una filosofía de la acción, de la libertad humanista, de la revolución y en ese sentido, es útil pensar así para determinados individuos y en determinados momentos de la historia. Pero eso no significa que sea la descripción más satisfactoria.
Saludos.
Edmundo V dijo...
Hola Ender,
Al texto siguiente...
la sustancia ha cobrado conciencia de sí, se ha trocado en para sí y ahora, devenida autoconsciente, se hace a sí misma
le brindas el siguiente comentario:
..denota que ya no es necesaria la capa física de mi analogía, como capa real e influyente en la conducta ni poco ni mucho
Este es el quid, la fuente de nuestra discrepancia, lo que creo que no acabas de captar, por ello te repito que sólo captas el aspecto pasivo del espíritu, de la substancia-sujeto.
Que la corporeidad devenga para sí a lo largo del proceso dialéctico no implica, ni yo lo digo en lugar alguno tal y como afirmas, que sea prescindible pero sí que dicha corporeidad a cada momento del proceso, en cada síntesis, cobra, igual que la conciencia, una figura diferente. El cuerpo-sujeto se hace a sí mismo, es un proceso dialéctico en su totalidad desde el momento que cobra conciencia de sí. Esto no es negar la corporeidad bajo ningún concepto tal y como tu presupones una y otra vez.
Por cierto, este punto es mi favorito en la Fenomenología del espíritu. Hegel lo argumenta a partir de la tesis frenológica de que "el espíritu es un hueso", la ineludible identidad de términos absolutamente opuestos, el propio espíritu en tanto que sujeto precisa de un mínimo de carne para autodesplegarse.
Saludos.
Ender el Xenocida dijo...
Para Edmundo (Hegel, absténgase de escribir)
Yo quería que aplicases o improvisases esa manera de pensar a los casos concretos que te he expuesto y que tú mismo me has sugerido en tu anterior comentario. Si no, aunque yo haga un acto de fe y me haga mío tú discurso, como tú haces tuyo el de Hegel, no bastará, porque esas aparentes contradicciones -que son el verdadero quid de que hayan opiniones diferentes- no se habrán explicado.
Dame tu opinión sobre esos límites que la corporeidad impone en el célibe, en el depresivo, etc... ¿estás de acuerdo en que, por mucho que la sustancia del célibe entre en una dialéctica con la conciencia, hay un límite impuesto por el instinto natural de procreación que puede generar efectos no controlados por esa dialéctica sustancia-conciencia? Me interesa también tu opinión sobre la aparente simbolización que lleva a muchos perros a la depresión o al suicidio... Estas son cosas que entiende la gente y susceptibles de ser discutidas.
Por ejemplo, si la sustancia ha cobrado conciencia de sí, ¿eso se dio sólo en el Homo Sapiens o también en un perro con depresión? ¿querría eso decir que el perro forma parte y se siente parte del entorno social determinante?
¿Hay perros que simbolizan y perros que no, o esa capacidad biológica existe previamente al entorno social que la hace posible?
Saludos.
Edmundo V dijo...
Te contestaré en breve, hoy imposible.
De momento sólo puedo decirte que cada día soy más un hegeliano converso con la firme convicción de que la única vía para alcanzar lo que los idealistas alemanes llamaban el Reino de Dios es la ortodoxia estaliniana. Por tanto, difícilmente podré contestarte desde otra posición filosófica.
De momento sólo un par cuestiones:
-¿Cómo puede haber algo fuera de la substancia-sujeto hegeliana, de lo absoluto?
-¿Acaso crees que cuando miras a la naturaleza ves algo diferente de tí mismo?
Saludos.
Ender el Xenocida dijo...
Espero que contestes mis preguntas concretas anteriores, aunque sea desde tu filosofía, pero mójate y vete a lo concreto, sino, esa filosofía no es satisfactora para mí.
Creo que tus 2 cuestiones son básicamente la misma. respondo a una y creo así responder a la otra.
Para que veas que yo también me mojo!:-)
A tu 2ª pregunta mi respuesta es SÍ y NO. Considero que ninguna de ambas respuestas (si son excluyentes)sería satisfactoria.
SÍ, porque sin una realidad ajena a mí, mi propia existencia sería una contradicción en sí misma. Preciso de un origen, de una evolución, de una causa para explicar cómo he llegado a tener la capacidad de percibir lo que percibo (aunque lo que perciba sea yo mismo). Así que, en lo que percibo hay realidad fuera de mí, sino, no hubiéramos llegado a esa situación (la de poder percibir).
NO, porque cualquier percepción propia es producto de la conciencia (aunque lo matizo ahora). Con lo cual nada hay fuera de mí, o dicho de otro modo, lo que percibo es en parte yo mismo.
Y ahora matizo: En mi opinión, y así parecen sugerir ciertas evidencias, no todo lo que percibimos llega a la conciencia (lo que creemos que es)ni es por tanto, objetivado. Muchas de nuestras reacciones son el resultado de decisiones que no llegan a pasar por el cerebro, son anteriores a la supuesta toma de decisión mental de llevarlas a cabo. Dicho de otro modo, no las decidimos, según nuestra clásica definición de lo que es una decisión. Algunos de nuestros actos se deciden en la médula espinal y no en el cerebro, como parecen concluir ciertos estudios neurológicos.
Esos actos también forman parte de la conducta y escaparían a la sustancia-sujeto hegeliana. (Y no me estoy refiriendo a los actos reflejos, son más que actos reflejos)
Con eso respondo a tu 1ª pregunta. Pero eso Hegel no lo sabía en su época...
En mi opinión, sobreestimamos eso que nos gusta llamar conciencia. Al final la conciencia resultará ser una suma de factores, unos sólo biológicos y otros que serán mezcla de biología y determinaciones sociales, como tú dices. Y por supuesto, no tendría por qué estar, a priori, ubicada exclusivamente, en el cerebro.
Por lo tanto, mi respuesta a tu 2ª pregunta era SÍ y NO pero se decanta más hacia el SÍ.
Lo cual me lleva a una visión de Totalidad en la cual lo que llamamos conciencia y lo que llamamos sustancia forman ambas parte de una misma cosa en la que todo fluye. Creo que esto es más Hegeliano, aunque los Taoístas se adelantaron un par de milenios...
Saludos.
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