Para Bertrand Russell (1872-1970) la noción de proposición puede contemplarse de dos modos estrechamente relacionados entre sí, a saber, de forma semántica y de forma epistemológica. Desde la perspectiva semántica una proposición es la entidad significada por un enunciado, es decir, lo significado por una oración que tiene valor de verdad, esto es, que es verdadera o falsa. A su vez, desde un punto de vista epistemológico, dicha proposición es el objeto de cierta actitud proposicional, esto es, es el objeto que un determinado sujeto desea, quiere, teme, cree, etc.
Para Bertrand Russell, también en su primera Teoría Semántica, los nombres propios denotan directamente cierto objeto concreto. Así, la palabra "Platón" denota el objeto Platón, esto es, el filósofo concreto que existió en Atenas en el siglo IV aC. Ahora bien, si nombres propios como "Juan" y "Luis" denotan un mismo objeto, es decir, denotan a una misma persona, entonces está claro que los enunciados:
Juan es Luis (1)
Luis es Luis (2)
Luis es Luis (2)
expresan una misma proposición.
Ahora bien, ¿qué ocurre con los enunciados cuya proposición expresan actitudes proposicionales? Veamos los siguientes enunciados:
Iván cree que Juan es Luis (3)
Iván cree que Luis es Luis (4)
Iván cree que Luis es Luis (4)
Estos enunciado son ambigüos en la medida que se prestan a una doble interpretación: de dicto y de re.
La interpretación de dicto supone que Iván tiene como objeto de su actitud proposicional la proposición expresadas por los enunciados subordinados (1) y (2). En principio (1) y (2) expresan una misma proposición y, por tanto, también (3) y (4) deben hacerlo. Ahora bien, Iván puede perfectamente no creer (1) y sí creer (2), luego (3) y (4) diferirían en cuanto a su valor de verdad, esto es, (3) sería falsa y (4) verdadera. Ésto representa un serio inconveniente para la primera Teoría Semántica de Russell en la medida que no permite discernir entre diferentes actitudes proposicionales.
Ahora bien, los enunciados (3) y (4) permiten otra interpretación, de re, bajo la cuál esta Teoría Semántica sí tiene un buen resultado, es decir, (3) y (4) no diferirán en valor de verdad. La presento con el enunciado (3): Iván cree de alguien que es Luis y ese alguien resulta ser Juan, aunque él no se lo representa necesariamente como Juan. Ésta es la interpretación de re, la cuál claramente compromete mucho menos en la medida que la actitud proposicional de Iván tiene como objeto únicamente a Luis y no los enunciados subordinados (1) y (2) al completo. Bajo esta interpretación Iván simplemente cree de alguien que es Luis e, independientemente de ello, de su creencia, Luis y Juan denotan la misma persona.
No obstante, usualmente, (3) y (4) se interpretan de dicto, cosa que, junto a otros problemas, llevará a Bertrand Russell a revisar su primera Teoría Semántica.
3 comentarios:
El problema se resolvería si (1) y (2) fueran diferentes proposiciones y a la vez, denotaran al mismo Objeto. De éste modo, ya no habría contradicciones y Russell habría resuelto ese problema de la 1ª interpretación de su Teoría Semántica.
Me aventuro a decir lo siguiente:
Si A = B, esto hace que B no sea sólo B, sino también A.
Así,
(1) Juan es Luis --> expresa la proposición Luis (el Objeto Luis).
Pero, automáticamente, ahora, Luis también es Juan, con lo que también denota al Objeto Juan.
(2)Luis es Luis --> expresa la proposición Luis.
Ahora, (1) y (2) no expresan exactamente lo mismo, ya que (1) expresa a la vez 2 Objetos (que son el mismo), mientras que (2) sólo expresa al Objeto Luis.
Con esta artimaña, he salvado la Semántica de Russell!!!!
:-)
Muy bueno, de hecho lo que defiendes es el planteamiento de Frege, a saber, que los enunciados subordinados (1) y (2) denotan lo mismo de maneras diferentes, con sentidos, con modos de presentación, diferentes.
Para Frege el significado de todo enunciado tiene dos constituyentes: la referencia (lo denotado) y el sentido (el modo de presentación, el camino hacia lo denotado). Asímismo, el referente es el valor de verdad de un enunciado y el sentido es la propositio (pensamiento) del enunciado.
Vistas así las cosas, tal y como afirmas, tenemos que los enunciados subordinados (1) y (2) denotan lo mismo pero expresan pensamientos diferentes.
Frege ilustra esto poniendo el ejemplo de los enunciados de identidad:
A=A (5)
A=B (6)
donde A y B denotan lo mismo, comparten referencia. Ahora bien, entre (5) y (6) hay una diferencia de valor de conocimiento, un usuario competente del lenguaje podría estar convencido de (5) pero no de (6), i.e, podría no saber que A y B denotan lo mismo.
Concretemos aún más este último ejemplo. Pongamos que "Venus", "Héspero" (Lucero de la noche) y "Fósforo" (Lucero de la mañana) son tres expresiones lingüisticas que denotan lo mismo. Entonces cualquier cualquier usuario competente del lenguaje estará de acuerdo con que
Héspero = Héspero
Fósforo = Fósforo
pero, a priori, no tiene por qué estar de acuerdo con que
Héspero = Fósforo
Este último enunciado tiene un valor de conocimiento que no tienen los dos anteriores. No todo usuario competente del lenguaje debe conocer dicha identidad, es más, la humanidad vivió siglos sin saber de dicha identidad, sin saber que el lucero de la mañana y el lucero de la noche eran un mismo planeta, a saber, Venus.
No me gusto poco claro
Publicar un comentario