Algo había ahí, siempre ya, que no alcanzaba a comprender, algo que no se dejaba simbolizar, una falta, una ausencia, un no sé qué...
Te imaginaba y te decía, estabas dentro de mi universo imaginario y simbólico, en mi realidad ocupando un lugar sublime, excelso de belleza, pero, no obstante, persistía ese algo que no se dejaba, esa falta, una mancha, una mota de polvo, un cosquilleo, un no sé qué de distorsión. Mi realidad de ensueño, todo mi universo simbólico, se organizaba alrededor de ese lugar, entorno a ese punto topológico enigmático y, no obstante, había inquietud, un no sé qué que me movía y que no me dejaba ver.
Ahora ya no hay ausencia, cosquilleo, salvada la distancia, esa separación que me permitía idealizarte y situarte en ese lugar privilegiado de mi red simbólica, se rebeló lo atroz, lo traumático. La mancha invisible en el cuadro de mi existencia, esa falta imposible de representar, era pura escatología, era simple y llanamente ¡una gran mierda! Ahora se me hace más comprensible que "la vida es sueño" (Calderón de la Barca) para eludir lo Real traumático (Lacan). No es que no viera, es que no quería ver.
Cara a cara con lo Real solo podía pasar que el cielo se viniera abajo, el mundo perdiera su unidad significativa y yo culminara mi suicidio simbólico. ¿Quién podría seguir siendo lo que era? ¿Quién podría volver a ser y arrojarse al mundo? ¿Qué iluso se la juega a construir otro universo simbólico si éste lleva siempre aparejado su falta, su terrible atrocidad?
Ahora sé de mi ignorancia pretérita, la metafísica por la que vivía, en que vivía. Paradójicamente, sólo me bastó para encontrarla demolida que, como dice Sabina, fueras la más señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras. No deja de ser una cruel ironía que con tan poco se nos muestre tanto, que con el desamor, se revele lo absurdo y se nos venga abajo lo que la filosofía occidental ha construido y deconstruido en más de dos mil años de historia. El amor, como todo apego metafísico, lleva consigo lo que representa magistralmente la película Luces de la Ciudad de Chaplin, esto es, la más absurda de las cegueras.
8 comentarios:
Si...Edmundo V ¿Realmente crees que el amor trae consigo la más absurda de las cegueras? ¿No será que el desamor ha puesto una venda en la mirada que diriges a lo sublime, a lo apasionado, a lo dulce, a lo real...? ¿No será esa venda la que impide que te arrojes al vacío del mundo?...
Me encanta leerte...
Hola,
Muchas gracias por tu comentario.
¡Lo que me propones es una inversión de cada uno de los puntos de mi razonamiento! Creo que esa inversión no se correspondería demasiado con mi estado emocional actual aunque, posiblemente, sí podría servir para cambiarlo.
No conozco a ninguna Helena... ¿me das alguna pista?
Saludos.
La sublimación del amor, es la sublimación del dolor. Para tener uno, es necesario aceptar el otro. Siempre. Solo la muerte nos puede salvar.
Ese es el amor, sentimiento mágico que te hace ver y sentir el ideal que anelamos, seriamos todos unos dementes si lograramos permanecer en ese eatado inconciente del enamoramiento, pero no, el amor es dulce y al final amargo en la mayoria de los casos, lo sabemos, sin embargo quien se puede resistir....todos volvemos y caemos en ese embrujo
Edmundo, la metafísica en la que vivías, ese engaño pasado también era real! Porque fuera de lo Real, no hay nada. Lo Real traumático que sobreviene ahora no es más Real que el engaño de entonces. ¿O acaso crees que la sensación de absurdo, de odio, de desamor que puedes tener ahora son más reales?
Sigues engañado, como todos, en todo momento, y lo traumático en realidad es darse cuenta de que no hay una gran diferencia entre el engaño pasado y el presente.
Por cierto, ¿de qué va el comentario anterior del Anónimo? ¿Es algún comentario automático traducido del inglés, algún tipo de spam de blog? No he entendido nada...
Saludos.
Digamos, siguiendo la terminología lacaniana, que la metafísica a través de la que vivimos es la realidad... lo Real es lo que va más allá de lo simbólico, del Gran Otro en que transcurre nuestra existencia, del universo de significados en que se esfuma nuestro vivir... Lo Real se muestra siempre como traumático cuando tu cercanía respecto a la Cosa revela lo ilusorio del Gran Otro... cuando la ciega de Luces de la ciudad descubre que su amor idílico e idealizado no era más que un simple paria de la tierra...
Cuando ha descubierto que su amor es un paria, cree que es un paria. Pasa de una metafísica a otra. Ha habido un cambio, pero no necesariamente ahora está más cerca de lo Real.
Tú tampoco lo estás ahora más que antes, pues el odio y sentimiento de engaño que vives tras desvanecerse el mundo simbólico en el que vivías, no deja de ser otro mundo simbólico: el del odio y el desamor.
Lo traumático, como digo, es justamente eso. Que todo cambia, que sólo hay metafísica, y que pasamos de una a otra casi arbitrariamente, mientras nos preguntamos acerca de qué es lo Real o dónde había más verdad, si antes o ahora.
Por supuesto Ender y tienes toda la razón... pero fíjate que ese desmoronarse de tu universo simbólico, de tu metafísica, dice algo, nos habla de lo artificial del mundo y es esto lo traumático, lo Real, la Cosa, lo que inevitablemente no puede ser dicho y, sin embargo, se nos revela a través del fraude, el engaño, la ilusión simbólica,...
Me encantan tus comentarios, eres una mente aguda y perspicaz... ¡Gracias!
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