Para Leibniz una Substancia es un "punto" final en el recorrido de compositio, es decir, es una construcción saturada, completa, es ese possibile, ese posible contenido válido del pensamiento , esa idea, que ya no admite ninguna nueva determinación. Leibniz también la llama concretum o notio completa. Ahora bien, el carácter saturado de la Substancia no excluye que pueda haber una pluralidad de Substancias, es más, el filósofo alemán nos invita a pensar cada Substancia como diferentes "perspectivas", "puntos de vista", del Universo, del uno-todo.
Llegados a este punto se define la relación de equivalencia (transitiva, simétrica y reflexiva) de composibilidad que dice así: Dos Substancias son "composibles" si son diferentes "perspectivas" de un mismo Universo. Por el contrario, se dice que NO son "composibles" si son puntos de vista de Universos distintos. Dada una relación de equivalencia se define el conjunto cociente entre el conjunto de todas las Substancias y dicha relación, los elementos del cuál se denominan clases de equivalencia y son, a su vez, conjuntos de Substancias composibles entre sí. Es decir, que cada clase de equivalencia, en nuestro caso, está formada por las diferentes perspectivas de un mismo Universo. A estas clases Leibniz las llama mundos posibles aunque en realidad lo posible no son los mundos sino las Substancias de cada uno de los mundos.
Ahora bien, si toda Substancia es un possibile entonces de qué se excluyen dos Substancias no "composibles"? Se excluyen del existir. Con esto, de momento, únicamente hemos dado una definición nominal de existir. Vamos a ver en qué consiste realmente la noción de existir. Esto lo veremos cuando veamos qué distingue a las Substancias de uno y sólo uno de los mundos posibles.
La noción de existencia no puede pertenecer al propia Substancia en virtud de su carácter saturado. El "qué" de la Substancia es la posibilidad, el poder recorrer todo el camino resolutio-compositio, la existencia no forma parte del quid de la Substancia.
Leibniz se va a plantear que el existir o bien pertenece a toda Substancia o bien no pertenece a ninguna. Ahora bien, afirmar que no pertenece a ninguna es negarse a dar razón del existir mismo, es renunciar a su inteligibilidad, cuando de ordinario hablamos de existir. Luego partamos de que pertenece a toda Substancia o, dicho de otra manera, que toda Substancia reclama existir. Ahora bien, hemos visto que si dos Substancias no son composibles se excluyen del existir aún siendo ambas posibles, luego el que exista una y no la otra o viceversa es puramente contingente. Por tanto, el existir es contingencia. Ahora bien, en virtud de que Substancias no composibles son "perspectivas" de Universos distintos o dicho de otra manera, que cada clase de equivalencia definida por la relación de composibilidad, esto es, cada mundo posible, determina un único Universo y, además, sabiendo que hay un único Universo, entonces sólo puede haber un único mundo posible, una única clase de equivalencia, cuyas Substancias existan.
Ahora bien, ¿Qué mundo posible escoger? Determinado este mundo quedará esclarecida la cuestión de la existencia. Si toda Substancia posible "reclama existir" -dice Leibniz- habrá que decantarse por aquél mundo que excluya la existencia el mínimo de Substancias posibles que, a su vez, será el mejor mundo posible, esto es, el más rico esencialmente hablando, el que tenga más quid, más "qué", el que implique más pluralidad, más entidad. Bien viene de Ser, Bien es entidad. Por tanto, queda escogido aquel mundo posible que implica el máximo de Substancias composibles. Por tanto, finalmente, existente es aquello que es composible con más cosas que cualquier incomposible con ello.
Queda ahora una última cuestión: ¿Realmente podemos afirmar que algo existe? Aquí el filósofo alemán retoma el argumento cartesiano, esto es, si de algo se tiene certeza es de que "yo" pienso, luego existo, sólo que ahora este "yo" no es cartesiano sino leibniziano, afirmar la existencia de un "yo" es afirmar la existencia de una Substancia, de una "perspectiva" del Universo, precisamente por su carácter de uno-todo pues en mí está todo lo que hay y todo lo que hay está en mí.
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