domingo, diciembre 10, 2006

Destino, providencia y fortuna...


Destino, providencia y fortuna, tres conceptos a partir de los cuáles se ha intentado interpretar y explicar nuestra realidad, tres maneras distintas de dotar (o no) a nuestra vida de algún sentido...


Destino (moira). El destino es el futuro ineludible que nos aguarda y cuyo producto resulta de la estricta concatenación de las causas eficientes, es el fruto genuino y directo de la necesidad. El destino por sí no responde a sentido alguno, lo que está por ocurrir no acontece en función de ningún fin, no responde a algo, es decir, no responde a nada. Así pues, lo que aguarda inevitablemente a cada sujeto o conjunto de sujetos es independiente de aquello que puedan o no merecer, no pertenece al destino consideraciones de tipo moral, no le pertoca finalidad ni intención alguna, el destino puede deparar un futuro cruel o favorable a aquel o aquellos que no se merecen una cosa o la otra.

Providencia (pronoia). La providencia viene a introducir en el destino un sentido. La providencia es un destino que responde a algún tipo de razón, a una misión, a una causa divina o algún otro tipo de escatología. Así, el futuro, lo que está por ocurrir al sujeto o conjunto de sujetos, se haya justificado, dotado de la significación que emana de algún tipo de entidad trascendente o inmanente. Si me ocurre esto o aquello es por que tal o cual entidad así lo requería, todo responde a algo, por algo estamos aquí, por algún motivo me ocurre lo que ocurre, nada es gratuito, etc. El cristianismo ligará la providencia a la voluntad divina. La providencia será la consecuencia de la obtención de la gracia o no por parte de Dios.

Fortuna (tyché). La fortuna es la negación de la idea de un futuro predeterminado, ya tenga el carácter de destino o providencia. La fortuna establece que lo que hay es un sin sentido, ausencia de significado inmanente o trascendente, que todo es producto de la casualidad, de la contingencia. Si la realidad queda a expensas de la diosa Fortuna entonces esta es arbitraria, puro azar, carece de sentido alguno y, por tanto, no es susceptible de explicación racional alguna.

9 comentarios:

Txiqui dijo...

Mmmm... Me quedo con la fortuna y el azar, que implica más libertad de movimiento...

Edmundo V dijo...

El comentario que haces lo hizo Lucrecio, s. I aC, el principal seguidor de Epicuro en tiempos romanos.

Su poema, De la naturaleza de las cosas, puede encontrarse al completo aquí

Gracias por el comentario !

Anónimo dijo...

En literatura supongo que el destino es la idea más tentadora; las tragedias griegas son mucho más dramáticas comparándolas con las tragedias de los escritores del siglo de oro, como el don juan de tirso, donde todo es moralina cansada. Me encanta eso de que el destino sea el más poderoso entre los dioses griegos, aunque creo que no es exactamente un dios.

Edmundo V dijo...

Estoy muy interesado en esos matices literarios que expresan lo que Hegel denominaría el Zeigeist, esto es, el espíritu de una época. Me confieso bastante ignorante en este tema. ¿Podrías desplegar un poco esa diferencia que aludes entre la tragedia griega y la moralina cansada del siglo de oro, así como su relación con la noción de destino?

A mi me encanta Don Juan en El estudiante de Salamanca, obra de Espronceda. En mi opinión en esta obra el destino adquiere una forma clásica, esto es, se muestra como el final trágico, fatal, ignorado, que es consecuencia ineludible de la lógica moral y social inconsciente que caracteriza al sujeto como tal,es decir, a Don Juan.

Anónimo dijo...

El destino en la tragreda griega rige la vida de los personajes "aparentemente" sin nigún fin. Escribo aparentemente entre comillas porque las maldiciones que sufren los personajes griegos algunas veces (el caso de Helena y Clitemnestra) son producto de maldiciones de los enemigos de sus ancestros, por ejemplo. Los griegos no pueden escapar a su destino, hagan lo que hagan, intente lo que intenten.La figura por excelencia es Edipo. En las obras católicas del siglo de oro, como las de Tirso de Molina, los personajes reciben castigos por su comportamiento, pero a diferencia de los griegos, ellos tienen la posibilidad de redimirse siempre y cuando se arrepientan. El castigo en estas obras responde a comportamientos no aceptados por la doctrina católica, de ahí la moralina. En El burlador de Sevilla, donde se retoma el mito de Don Juan bajo una perspectiva católica, éste es castigado por sus "culpas" (la obra por ahí dice algo así como: dios quiere que tus culpas a manos de un muerto pagues). Aquí Don Juan va al infierno por sus actos. En la versión romántica de Zorrilla Don Juan alcanza la salvación por amor. No he leído el estudiante de Salamanca, pero mencionas que el final trágico es consecuencia de la lógica moral y social de Don Juan, ¿pero a eso puede llamarsele destino? parece que ahí su final responde a un fin.

El destino se vincularía con los griegos, la fortuna con los medievales y la providencia con los católicos,¿no?. Aunque supongo que la diferecia entre medievales y católicos es muy corta

Anónimo dijo...

aunque, bueno, supongo que a los griegos también les resultaban moralizantes las tragedias de su época

Edmundo V dijo...

Me han gustado mucho tus apreciaciones.

Fíjate que a lo que tú llamas "fin", yo lo llamo "introducción de sentido" en el destino.

En efecto, en la tragedia griega la falta aparente de finalidad es indicativa de la ausencia de sentido de lo que le aguarda, por ejemplo, a Edipo. Es más, es en la medida que Edipo busca una explicación, dotar de sentido, a lo que le rodea (la plaga que está acabando con Tebas, su origen genealógico, etc.) que se va aproximando a su trágico final.

Ahora bien, cuando el destino viene acompañado de una instancia divina que lo justifica, le da sentido, etc. entonces tratamos de la providencia. Por ejemplo, para el católico lo que le ocurre haya su explicación en la voluntad de Dios. Si tú, haciendo uso de tu libre albedrío, actúas bien, es decir, de acuerdo a la moral cristiana, entonces obtendrás la recompensa de Dios todo poderoso, accederás al paraíso celestial. Si, por el contrario, actúas contra la moral cristiana te espera, nuevamente como efecto de la voluntad de Dios, el castigo divino, esto es, el infierno. Y esto también tiene su reverso, si te va bien en la vida es porque ya has obtenido la gracia de Dios (lo has hecho bien) y si te va mal es porque te lo mereces y Dios lo ha dispuesto así (algo hiciste mal aunque tú no lo sepas). En este último caso se trata de que aceptes lo que hay, lo que te toca, sin más. Es un llamado a que comulgues, a que seas un esclavo de por vida, a que aceptes acríticamente tu esclavitud, condición social, etc.

Hablando de este ejemplo me viene a la mente el fresco de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel que trata, entre otras cosas, acerca del día del "juicio universal". Pongo aquí la parte que hace referencia al "juicio universal".

Me ha parecido muy interesante y aguda la relación que estableces entre providencia, discurso moral y sentimiento de culpa.

Sigo pensando sobre el tema...

¡Gracias!

Anónimo dijo...

¿Podrías indicar cuáles son las fuentes? Me ha parecido que las definiciones son muy claras y limitan los conceptos de unas sobre otras de una manera excepcional. Asi que he pensado incluirlo en un trabajo y me gustaría saber en qué fuentes te has basados o si ha sido redacción propia.

Muchas gracias!!!

Edmundo V dijo...

Querido anónimo,

Este post lo escribí hace más de... ¡cinco años! Siento decirte que no recuerdo la fuente, ni tan siquiera recuerdo si la hubo...

Siento no poder ayudarte.

Saludos y gracias por visitar mi blog...