Tratamos ahora del átomo, esa unidad ontológica fundamental a partir de la cuál se constituye toda corporeidad, toda realidad...
La concepción de la naturaleza en Epicuro nos ha llegado fundamentalmente a través de su Carta a Heródoto y su Carta a Pitocles, en la Carta a Meneceo se tratará sobretodo de la ética. Esa primera intuición fenomenológica de sentirse “carne”, esa toma de conciencia de nuestro carácter corpóreo, que hemos aludido se va a desplegar ahora en la naturaleza toda. Así pues, lo que hay, lo que constituye la naturaleza desde siempre son átomos y vacío. El ser, lo que "es", son los átomos que se desplazan a través del no-ser, de lo que "no es", del vacío. Parménides hubiera afirmado de Epicuro lo mismo que decía de Heráclito, a saber, que era un bicéfalo en la medida que se atrevía a predicar acerca del no-ser, dotaba al vacío, a lo que no “es”, de realidad cuando del no-ser nada puede decirse, sólo cabe el silencio. Insisto, para los atomistas epicúreos no hay nada más a parte de átomos y vacío, no hay ninguna otra cosa. Esto puede parecer una trivialidad, algo que se desprende de lo ya dicho, pero si se piensa detenidamente unos instantes uno se percata de lo radical del planteamiento materialista de Epicuro. No hay nada más, sólo átomos, sólo vacío, luego nosotros y nuestro pensar no somos más que eso, átomos y vacío, luego los dioses no son más que eso, átomos y vacío, luego todo no es nada más que eso, átomos y vacío.
Ahora bien, ¿qué son esos misteriosos átomos? Los átomos son los corpúsculos últimos e indivisibles, son el cuerpo mínimo, la corporeidad elemental a partir de la cuál se componen los cuerpos perceptibles a nuestros sentidos. Los átomos son el cuerpo último, el fundamento de todo mundo, de la realidad. Estos cuerpos elementales, asimismo, tienen peso, por ello caen, y figura, lo que permite que haya diferentes tipos de átomo, algunos afines entre sí y otros no, es decir, algunos pueden engarzarse entre sí y otros no. El número de átomos es infinito y el número de formas de los mismos finita, no obstante hay lugar a infinitas combinaciones atómicas, a infinitos mundos. Se suele decir que el atomismo epicúreo viene a ser un cierto pluralismo parmenídeo en cuanto a su concepción del átomo en la medida que las cualidades de cada uno de los átomos son las cualidades del ser en Parménides, esto es, que es uno, inmutable, inmóvil, continuo y eterno, faltaría aquella de que el átomo es bien redondo pero hemos visto que no, que al hablar de los átomos éstos tienen una pluralidad finita de figuras. Además, los átomos se mueven a través del vacío pues «si no existiera eso que nosotros llamamos vacío, y espacio, y sustancia intangible, no tendrían donde existir ni por donde moverse» [40, Carta a Heródoto].
1 comentario:
e.e la imagen que aparece no es el átomo que el creía, es el átomo mas reciente, el de Niels Bhor
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