lunes, septiembre 04, 2006

Nominalismo en Epicuro y Marx


Un materialismo que se desmarque de posiciones trasnochadas debe escapar de propuestas metafísicas, ya tengan éstas un carácter explícito o implícito. En este sentido, un materialismo consecuente debe descansar en un nominalismo bien temperado, en un discurso cuya carga ontológica sea mínima. Este materialismo no confunde la realidad misma con los conceptos que acoge y la imagen del mundo que proporcionan.

A este tipo de materialismo nominalista apunta ya Epicuro. El filósofo de Samos, con vistas a buscar una forma de vida que proporcione la felicidad a los hombres, vaciará de contenido ontológico, de significados míticos y religiosos, los sistemas filosóficos de Platón y Aristóteles, realizará una labor profiláctica a través del atomismo. Epicuro nos dirá, por ejemplo, que no tenemos motivo alguno para temer a los dioses pues éstos no se ocupan de las relaciones humanas, que el mundo corpóreo lejos de actualizarse conforme a una causa final (teleología), de conformidad con la Inteligencia o sustancia divina, está constituido, desde su origen, por la contingencia, por una desviación atómica, por el clinamen. Así pues, para Epicuro la divinidad ni organiza el mundo como causa eficiente o final, ni interviene de forma alguna en los asuntos humanos. No es de extrañar, por tanto, que Epicuro fuera acusado por la reacción como un pensador impío, falto de religión.

También podemos hallar este mismo enfoque nominalista en Marx respecto a Hegel, es decir, puede afirmarse que Marx es a Hegel lo que Epicuro es a Aristóteles y Platón. Marx rompe con la identidad entre el pensar y el ser, rechaza la famosa sentencia hegeliana del «todo lo real es racional y todo lo racional es real» que constituye a la razón, a la dialéctica del espíritu absoluto hegeliano, en metafísica última. En las Tesis sobre Feuerbach nos advierte Marx que la terrenalidad de todo aparato conceptual, de toda hermenéutica, lejos de hallarse en los derroteros de la vía especulativa, se alcanza a través de una práctica coherente con sus condiciones materiales. Así pues, la terrenalidad, el valor de conocimiento, de un aparato conceptual se puede corroborar mediante la experiencia. A modo de ejemplo, podemos hacernos una idea del ácido sulfúrico como bebida tónica digestible pero la experiencia, rápidamente y posiblemente con algún que otro disgusto, nos hará cambiar de idea hasta dar con una representación más adecuada, a saber, la de dicho ácido como un compuesto químico altamente corrosivo. No cabe apuntar aquí, como hemos hecho con Epicuro, detalle alguno de la «santa cruzada para acosar a ese espectro» llamado comunismo que encarna el significante «Marx», persiste hoy ese intento de los sacerdotes actuales por relegar el pensamiento marxista y su carácter revolucionario al olvido, por constituirlo en un espacio prohibido, tabú o, como mínimo, domesticado del discurso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

marx en cuanto a el concepto de clases sociales es realista o nominalista?

Edmundo V dijo...

En mi opinión Marx es nominalista con todos sus conceptos.

Ésta es la única manera de evitar que el materialismo histórico pase de ser un aparato conceptual potente para pensar y transformar la realidad a constituirse en una mera metafísica.