jueves, agosto 31, 2006
Greta Garbo... haciendo posible lo imposible...
No es por causalidad que Greta Garbo fuera bautizada en vida como "La divina", su belleza parece no pertenecer a este mundo, es como si estuviera situada más allá, en el ámbito de lo «eidético», en el mundo de las ideas con existencia separada e independiente de nosotros, allí donde no hay devenir, donde no hay generación ni corrupción, donde no pasa el tiempo. No obstante, paradójicamente, es más justo afirmar que Greta Garbo es la prueba de lo extraordinario, de lo que no ocurre todos los días pero no por ello es menos real, de que en el más acá, sin precisar de metafísica alguna, se hace carne, cuerpo, la idea de lo bello en Platón.
No es de extrañar pues que Greta Garbo desapareciera de la pantalla a temprana edad, antes de que asomara el transcurso del tiempo por su rostro inmaculado. Greta, como la idea de lo bello en Platón, tenía que existir ajena al devenir, debía preservar su «eidos» corporal aquí como si se tratara de la idea platónica de lo bueno, lo bello, en el más allá. Sólo de esta forma podía conservarse el mito para todo ambiente espiritual, independientemente de la época, más allá de la historia, sólo así podía quedar incólume la idea de ella, de su belleza, de su rostro hecho mármol sin mácula alguna.
Y si Greta Garbo es la idea platónica en el más acá, en el mundo de la materia, de lo corpóreo, entonces, increíblemente, se hace posible su contemplación vía un éxtasis sócrático sin morir, con los sentidos, sin abandonar lo que somos, esto es, carne, sujetos de pasión. Gracias a "La divina" es posible el amor sublimado en vida, querer aquí aquello que no se tiene ni se tendrá jamás y, además, correr el riesgo de quedar petrificado frente a su belleza, sumergido en la melancolía eterna, preso irremediablemente de su imagen.
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